¡El mundo de tus palabras
abrió de un tajo simétrico
el continente vasto!
¡Horadó las entrañas
de mi tierra salvaje
y cortó en pedazos
la amplitud del misterio!
(Acurrucado gemía
un Minuán en dolorido silencio
dentro de mi sangre india
esperando un regreso)
¡Las colinas temblaron...!
¡Se desató en las barrancas
la convulsión del oleaje
del Paraná majestuoso
al escuchar tu verbo!
Y fui apertura y camino.
Invocación, mansedumbre.
Infinita plegaria
a la luz del lucero
¡Por poner en tus manos
la realidad de los sueños!
Lucía Giaquinto
martes, 10 de junio de 2008
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