(De Lucía Giaquinto)
Cada día que pasa
me apego más al sueño
forzado, incierto.
(No sé si duermo
pero bajo mis párpados
me sumerjo en el abismal letargo
de mis pensamientos)
Rehuyo ver el tiempo
en lacerantes distancias
Apurando la vida
Arrebatándome imágenes
de indefinidos pasos.
Se multiplican las sombras
al calor de la tarde
Y me vuelvo cigarra
en la espesura agreste
de las inmensidades.
Espero ese momento
donde podré abrazarte.
(Llegarás por la noche
casi de madrugada)
Consumiremos los bordes
de los resplandores,
el rumor de la calle,
el tapiz, las ventanas,
el champagne de las copas,
la tercera jornada
.
Solo quedarán suspiros.
Cuerpos agotados.
Bocas sin adioses.
Pieles adosadas
al tránsito irreversible
que detendremos por siempre
en nuestras miradas
domingo, 17 de febrero de 2008
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