domingo, 22 de agosto de 2021
martes, 1 de junio de 2021
POEMA DE HUGO LEGUIZAMÓN (BsAs)
POÉTICA GESTACIÓN
Grávidas, las ultimas estrofas
siempre gestan sus retoños
Luminosas luciérnagas
buscando un destino trascendente
Nunca es el fin
y aunque desbordes plenitud
o desencanto
allí, desde un secreto reservorio
surgirá el poema sucesor
aquel, que asoma entre telones
y no se doblega
Palabras, un fugaz recuerdo
pueden abrir las puertas
al ideario de tus sueños latentes
Imágenes, sonidos,
sensaciones al azar…
serán líricos bosquejos
que al fin cristalicen
Sobre un muro olvidado
episodios de lunas cenicientas
tal vez, cobijo de un lejano amor
Y mas allá, un horizonte
de relámpagos
que al cabo afloren cual intimas
luminarias
Así, el color emocional
de un sentimiento,
la expresiva premura
de algo indefinido
pueden surgir e hilvanar
en un instante
lo que inspire
un rapto de soledad,
el vuelo de una nube,
los añiles del ocaso
o aquel aroma rural
y silvestre
que en verano
remonta la siesta
entre álamos adustos
y el sollozo del crespín
-4356347-
Hugo E. Leguizamón
jueves, 6 de mayo de 2021
"LO QUE QUEDÓ EN EL SURCO"
Palabras pronunciadas por
el Encuentro Internacional de Arte en Bahía Navachiste.
U |
n destino de poesía me ha trasladado desde el país más
austral de América y del mundo —
El
cansancio de las horas de un largo viaje, sentido sobre cada músculo, la
ansiedad por llegar, que hace eterno el trajín, desaparecen totalmente ante un
mundo distinto, frente a la visión de
La
majestuosidad del paisaje en esta costa rocosa, con esa luna que asombra cada
noche desde que se eleva en el Pacífico, acercándose en el reflejo manso de la
luz, sobre el tenue movimiento de las ondas hasta la orilla, tienta a mis
pupilas a acaparar en ellas esta belleza que se prodiga.
…….
Despierta la mañana en el murmullo de las voces, en el rugir de los
motores de las pangas. Comienza el día; palabras y acentos distintos a los míos
llegan a la intimidad de "mi espacio". Un ambiente de paredes
plásticas, troncos en su estructura, pajales en el techo. Está todo en él: mi
equipaje, el lugar donde dormir, una mesa llena de libros.
Entre ellos: “La de las siete colinas” de Gaspar
L. Benavento - que tuve el honor de haberlo presentado
por primera vez en el exterior. Y otros tantos libros
de jóvenes poetas, (diría: jóvenes ilusiones, con venturosos caminos). Ellos
participaron en el Concurso de Poesía, para el cual fui designada Presidente
del Jurado.
También están allí las conchas y los caracoles que atesoro, los que levanté caminando por la playa, y que se irán conmigo para recordarme los instantes vividos en este lugar.
Pero otras cosas muy importantes viajarán en mi corazón: la bondad y simpatía de Anastacia, la dulzura y el cariño de Celia, la amabilidad, el trabajo tesonero de Antonio, la cordialidad natural de los nuevos amigos que me han hecho sentir su afecto en cada gesto.
Pensé
que al realizar este viaje, me sentiría sola, tal vez ajena, muy distante de mi
país y de mis costumbres, pero la gente maravillosa que me ha rodeado no dio
lugar a que fuera así.
Mis ilusiones se concretaron más allá de lo esperado y fueron aflorando mis poemas para ser escuchados bajo este pedazo de cielo mexicano.
Eduardo Lucio Molina y Vedia me ha acompañado con su generosidad en la presentación de los mismos, dándome el apoyo necesario desde su presencia y sus palabras experimentadas. Ha sido un gran gusto encontrar aquí a este escritor argentino y a su hijo Julián.
De esta manera doy gracias a todos mis nuevos
amigos, y a los medios de comunicación que se aproximaron para darme la
oportunidad de expresarme a través de ellos.
Bahía Navachiste, Guasave, Sinaloa, México.
lunes, 5 de abril de 2021
Prólogo
Por Eduardo Lucio Molina y Vedia
Lucia Giaquinto: la
lograda sencillez
P |
oemario nacido como revelación de una
experiencia entrañable, en medio de la belleza de un paisaje casi virgen y la
genuina fraternidad en literatura y las artes, el presente libro de la
entrerriana Lucia Giaquinto es un canto desatado contra viento y marea, un
himno a la naturaleza inabarcable y al erotismo surgido en el ámbito propicio
de los afanes creativos. Temática urdida sobre la trama del asombro, testimonio
de su personal descubrimiento de México en esa feliz celebración de la cultura
popular que es desde hace más de una década, cada Semana Santa,
Versos
breves enhebran una melopea fascinante que nos trae aromas, aires,
resplandores, de pronto el impacto doloroso de la desgracia, todo el mundo
simple y contrastante de este viaje nuestro por el tiempo, por la vida.
Mariachis
y lentejuelas, trompetas y trajes de luces, sombrerotes charros, chocan con la
imagen trágica y mendicante de la pobreza, impacto crudo, fatal, que lastima la
rosa del poema, esa rosa que Raúl González Tuñón quiso blindada. Así, la imagen
de
“Y a la
salida
de la
milonga,
se oye
una nena
pidiendo
pan...
Por eso
es que en el gotán
siempre
solloza una pena...”
Y enseguida se despliega la
vastedad del Océano Pacífico, sus lunas, su incesante y tornadizo verde-azul,
sus cielos y soles desmedidos, nocturnal levitación de fábulas.
Oleaje que parece prolongarse en la feliz devastación del amor libre de
convenciones, manos urgidas sobre piel desnuda y anhelante, lava que calcina
las mieles del deseo:
“geografía tumultuosa
que se agita
en escaladas de colinas
y baja por curvas de cintura
hasta la ventral planicie.”
Las manos serán entonces desbocado afán, “habitantes sin rumbo de la piel,
estridentes aullidos en las rocas, filosos marfiles desgarrando cielos”.
Todo se despliega. La tácita cita. Y el sol incendiando la
carretera y el silente llanto de la despedida, agua fresca del poema. Y la
cópula sediciosa, rebelde, agitada comunión de cuerpos y mentes
“Acompasado
latimiento.
Vibración de músculos.
Erizadas pieles.
Superficiales
mordeduras de labios
inquietos.
Interno galopar
de deseos.”
Paroxismo seguido de las horas vacías, de la espera ausente,
del obstinado rugir de los vientos que barren sueños imposibles más allá del
misterio donde surgen los abismos, los ajetreos ajenos, el absurdo, la
propiedad privada de los afectos.
“Tu latir de hombre
que excita mi sangre
Proyectándome a un mundo
Ese...
Que hemos creado.
Sueños...
Diamantes pulidos.
¡No toquen mis sueños
que son sólo míos!”
Reclamo, revolución interior de la mujer poeta, marcada por
el estigma y el fraude de la lealtad, tragando la saliva y la sangre de los
celos, que destila en borbotones la savia de su avidez, la voracidad de
caricias y besos que no llegan. Frío instalado en el torrente de sus horas,
asfixia coagulada sobre el vacío “desnudo de placeres compartidos”.
Y el “Desierto”, ese sobrio y despojado canto de desamparo:
¿Dónde
están?
He
quedado sola...
Ellos
también se fueron.
¿Acaso
me buscan?
¿O
sufro sin saberlo?
(................)
No
puedo pensar... Sólo rechazo
la
falta de nombres queridos.
Las
palabras repletas de sabores
que
aún no he sentido.
Misterios ofrenda el mar por cada
nostalgia y va dejando “ausencias de profundas huellas” en el “infinito verbo
del silencio”.
Ave herida hacia áureos parajes de levitación,
amansada quietud de aguas y tifones
EDUARDO
LUCIO MOLINA Y VEDIA – MÉXICO (2004)
LO QUE QUEDÓ EN EL SURCO
CONTRATAPA
A veces, por causas impensadas,
tal vez en espera de una palabra que nos movilice, nos quedan algunas cuantas cosas
materiales guardadas por mucho tiempo. Quizás no volvamos a recordarlas y son
olvidadas para siempre.
Este libro nacido en México,
tras una experiencia incomparable, también durmió ese largo letargo que marca el
transcurrir de la espera durante años. Sólo fueron hojas de papel escritas y archivadas
en una carpeta.
Sin embargo siempre escuché sus
llamados por salir a la luz. Porque lo que abarca entre sus páginas fue el
determinante de un cambio rotundo en mi vida.
Con él nacieron los Encuentros
Internacionales de Arte y Poesía
“La de las
Siete Colinas” – nombre basado en el
titulo del libro de Gaspar L. Benavento, el que presenté en ese Encuentro de
Artistas y Poetas en México, al que fui invitada.
Estando allí pensé, ¿por qué no realizar estos eventos en mi ciudad? Hablé
sobre este tema con el escritor Eduardo Molina y Vedia – autor del prólogo,
lamentablemente ya fallecido -. Y me quedaron grabadas sus palabras:” Si los vas a hacer, apunta a la excelencia “.
Volví a Victoria con esa ilusión
que fue materializándose de manera inmediata. La tarea fue ardua; las luchas
por concretar lo mejor no resultaron fáciles. Pero, surgieron manos extendidas
con generosidad, las que colaboraron en los múltiples quehaceres de la
organización: Adriana, Silvia, María…Y así comencé el recorrido de un camino
montañoso, con demasiadas piedras que fui sorteando al transitarlo.
Luego, con el devenir de los años, las
recompensas recibidas por esos grandes esfuerzos fueron tan importantes que ni
siquiera las imaginaba.
Por esa razón no hubiera sido
justo que “Lo que quedó en el surco”,
permaneciera en el olvido.