jueves, 6 de mayo de 2021

                    "LO QUE QUEDÓ EN EL SURCO"

 Palabras pronunciadas por la Autora, durante

 el Encuentro Internacional de Arte en Bahía Navachiste.

                   U

n destino de poesía me ha trasladado desde el país más austral de América y del mundo —la República Argentina— hacia este lugar soñado. Soñado sí, pero no imaginado en plenitud, porque un sueño no puede abarcar la pluralidad y riqueza de los detalles que van suscitándose día a día, y que son los que nos asombran, los que despiertan nuevas emociones y los que profundizan los sentimientos.

    El cansancio de las horas de un largo viaje, sentido sobre cada músculo, la ansiedad por llegar, que hace eterno el trajín, desaparecen totalmente ante un mundo distinto, frente a la visión de la Bahía.

    La majestuosidad del paisaje en esta costa rocosa, con esa luna que asombra cada noche desde que se eleva en el Pacífico, acercándose en el reflejo manso de la luz, sobre el tenue movimiento de las ondas hasta la orilla, tienta a mis pupilas a acaparar en ellas esta belleza que se prodiga.

                                    …….

                 Despierta la mañana en el murmullo de las voces, en el rugir de los motores de las pangas. Comienza el día; palabras y acentos distintos a los míos llegan a la intimidad de "mi espacio". Un ambiente de paredes plásticas, troncos en su estructura, pajales en el techo. Está todo en él: mi equipaje, el lugar donde dormir, una mesa llena de libros.

                 Entre ellos: “La de las siete colinas” de Gaspar L. Benavento - que tuve el honor de haberlo presentado

por primera vez en el exterior. Y otros tantos libros de jóvenes poetas, (diría: jóvenes ilusiones, con venturosos caminos). Ellos participaron en el Concurso de Poesía, para el cual fui designada Presidente del Jurado.

                 También están allí las conchas y los caracoles que atesoro, los que levanté caminando por la playa, y que se irán conmigo para recordarme los instantes vividos en este lugar.

    Pero otras cosas muy importantes viajarán en mi corazón: la bondad y simpatía de Anastacia, la dulzura y el cariño de Celia, la amabilidad, el trabajo tesonero de Antonio, la cordialidad natural de los nuevos amigos que me han hecho sentir su afecto en cada gesto.

    Pensé que al realizar este viaje, me sentiría sola, tal vez ajena, muy distante de mi país y de mis costumbres, pero la gente maravillosa que me ha rodeado no dio lugar a que fuera así.

   Mis ilusiones se concretaron más allá de lo esperado y fueron aflorando mis poemas para ser escuchados bajo este pedazo de cielo mexicano.

    Eduardo Lucio Molina y Vedia me ha acompañado con su generosidad en la presentación de los mismos, dándome el apoyo necesario desde su presencia y sus palabras experimentadas. Ha sido un gran gusto encontrar aquí a este escritor argentino y a su hijo Julián.

    De esta manera doy gracias a todos mis nuevos amigos, y a los medios de comunicación que se aproximaron para darme la oportunidad de expresarme a través de ellos.

Bahía Navachiste, Guasave, Sinaloa, México.